EROS MUCHO MÁS LASCIVO EN MIS MADRUGADAS

Por Gustavo Patiño

Esta mañana me he despertado pensando en él, como en los últimos tres días. Fantaseo con la idea de volverlo a ver, es moreno, mediano, velludo, un cuerpo bastante tonificado gracias a largas horas en el gimnasio, pero lo que  más me gusta de él es su forma fría y arrogante de tratarme.

Muchas veces pensaba en saludarlo en hablarle, pero la mayoría de veces me ignoraba, era como si nadie pasara, varias veces estuve a punto de pisarlo, estuvimos en el mismo bar, en la misma fiesta pero parecía que solo nos unía Twitter y mis locas fantasías por el estar con él.

En mis sueños más locos imagino que toco su timbre siento un nudo en el estómago, ¿nervios? ¿Ansia?... no lo sé. Estoy esperando a que me abra la puerta, me deleito pensando en cómo estará vestido y de pronto ahí está. Aparece de la nada en mis sueños, lleva unos jeans que le sientan muy bien y una camiseta que deja entrever su cuerpo definido, guapísimo como siempre, me está mirando a los ojos, con esa mirada en la que podría vivir y una sonrisa en la boca.

- Tenía ganas de verte.

Me besa. Tenía muchas ganas de besarlo, de sentirlo muy cerca. Entramos, me enseña su apartamento y me invita a sentarme en la sala. Luego de un par de minutos me propone ir a la cama, pues allí estaría más cómodo. Yo sonrió, pícaro, pensando en lo que no es, el solo me ha dicho que es para que estuviera más cómodo, aunque al ver esa sonrisa es lo primero que ha pensado. Entramos al cuarto y me acuesto a su lado, muy cerca, lo suficiente como que los dos sepamos que el otro está igual de nervioso.

Hace mucho deseaba esto y ahora estamos aquí los dos deseando besarnos y acariciarnos. Empiezo por su pelo, negro y corto, es un tacto agradable. Él sonríe y empieza a besarme, creo que es el beso mas caliente que me han dado nunca. Desprendemos calor, mucho calor, intento abarcar todo su cuerpo con mis manos sabiendo que es imposible, necesitaré mucho tiempo.

Él me besa el cuello, consigue erizarme la piel, ha parado.

- ¿Qué pasa?

- Creo que es Helena, mi compañera de apartamento.

Ella ha entrado en casa tan discreta, perfecta, sigilosa y sin hacer ruido. Me dieron ganas de conocerla, al fin de cuentas ella vivía con el hombre que me gustaba y esa intromisión hace de la situación puro morbo. La llamo y mientras tantea con la mirada a mi chico, habla acelerada sobre su mañana. Con una mirada de silenciosa complicidad los dos sabemos que cuando se valla seguiremos demostrando lo a gusto que estamos juntos, y ella, que lo pudo leer en mis ojos, decide irse sin más pretexto. El cierra la puerta. Ahora estamos solos. Él y yo. Estoy acostado en su cama y lo estoy  esperando, se acuesta en la cama y se pone sobre mí. Empieza a besarme apasionadamente mientras me toca, me encanta como lo hace.

Mis pantalones empiezan a ser un estorbo, mi pene está despertando y los jeans me molestan, pero quiero que sea el quien me los quite. Seguimos besándonos y yo llevo mi mano hasta su entrepierna, está muy caliente, eso me pone aún más excitado. Entonces decide quitar el botón de mi jean y bajar la cremallera, que alivio creía que explotaba, mete su mano por dentro  y me agarra con fuerza haciéndome estremecer. Me quita la camiseta mientras yo hago lo mismo con él, parecemos dos novatos, esperando a ver quién decide desnudar al otro. Me decido yo pero con las prisas se la saco y me la meto en la boca con una mano, con la otra le acaricio sus testículos suavemente y empiezo a juguetear. Mientras se la chupo lo miro a los ojos, me gusta hacerlo así y veo que lo estaba deseando tanto como yo. Su respiración se acelera cada vez más.

Me tira de la espalada poniéndome a su altura. Empieza a besarme el cuello, tenso todos los músculos de mi cuerpo, él sigue con más ímpetu y empieza a bajar, mi pecho, mi abdomen, por fin se la mete en la boca y empieza a jugar con ella. Me encanta, estoy sintiendo muchísimo placer y se lo hago saber, mi respiración es muy fuerte, mis manos le agarran con fuerza y parce que le gusta, su lengua recorre todo mi pene haciendo que yo tiemble de placer, tengo la sensación de que estoy en una nube, solos los dos, sólo existe él, y no se va a acabar nunca... Vuelve a besarme y yo cojo su pene mientras con la otra mano acaricio su espalda, él coge la mía, intentamos coger un ritmo. 

Estoy deseando que se me corra encima, quiero notarlo. Sé que él quiere lo mismo de mí y se lo voy a dar. El placer no me deja hablar, si no le diría que lo quiero, estoy a punto de venirme y consigo decírselo -perfecto- contesta, y me besa, no aguanto más, exploto. Me encanta que me besen mientras me corro.

He terminado y él juega con mi semen sobre mi abdomen mientras yo lo masturbo, está disfrutando y me gusta verlo, intento meterme su pene en la boca otra vez, pero me avisa que se va a venir así que sigo masturbándolo más rápido y clava sus dedos en mi pierna. Me duele y eso me gusta, no sabría explicarlo, está eyaculando y al verlo diría que me he puesto arrecho otra vez pero no hay tiempo... El despertador me avisa de nuevo que mi rutina laboral debe iniciar.

Por Gustavo Patiño @GustavoPerrito

Nota: La Columna fue publicada por primera vez en Bogotá Rosa, en el año 2014 

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